Libros que forman la Saga del Club del Crimen :

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2.-Amor entre lágrimas.
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OTROS LIBROS:

.Dos mitades en la oscuridad.
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viernes, 16 de noviembre de 2012

Capítulo 1 de "Amor entre las sombras"

Hola: Aquí estoy de nuevo, resurgida de mis cenizas...y dando guerra, jejej

Vale, tengo miles de planes en la sesera con "la saga del crimen". No sé que pensaréis pero me voy a lanzar a la aventura . Me llevará un poco de tiempo realizar las gestiones pero si alguién ha de pelear por lo que se quiere, es uno mismo así que....ya os iré contando.

Bueno y ahora al meollo.
Como ya he dejado atrás lo de los concursos y las trabas para poder publicar mis historias en el blog , os dejo el primer capítulo de la tercera novela de la saga ,"Amor entre las sombras". Para aquell@s  que hayan seguido un poco la saga del club, la tercera está dedicada a los "bomboncillos"( Peter y Rob), los cuales son muyyyyy especiales  y me tiene sorbido el seso(aunque mi mente es fácilmente captable,jejej)

Aunque llegué a colgarlos antes de participar en los certámenes, los retiré por si acaso y como sé que no todo/as pudistéis leerlos, comienzo de nuevo desde el comienzo..

Ojalá os guste y como siempre(bueno, desde hace dos años que me dio por escribir), cualquier idea, comentario...lo que sea , será más que bien recibido..
Os mando un abrazo enorme a todos
Bego

"
CAPÍTULO 1

Su vida  había tomado un rumbo torcido y difícil de enderezar. Con el dedo índice estiró el cuello de la camisa. Le asfixiaba. El ambiente era sofocante en la menuda cocina y la inmóvil posición que mantenía desde hacía un par de horas, comenzaba a hacer mella en él. Notaba adormecidos los músculos del cuerpo. Sentado encorvado de lado, con un codo apoyado en la mesa y reclinado contra el duro respaldo de la silla, el silencio se había adueñado de la estancia  desde hacía un buen rato.

¿Para qué repetir lo mismo una y otra vez?
Cerró los ojos para ahuyentar una pequeña parte del pánico que lentamente parecía ganarle  la batalla. Se sentía hundido, esperando en silencio noticias. Las mismas que podían arruinar su futuro y su vida en un fugaz instante…
Tras un par de segundos decidió desviar la mirada hacia la alta  y corpulenta figura que acaba de cruzar ante su mirada, optando por callar. Los paseos de Peter  alrededor de la mesa de la cocina  comenzaban a marearle.

              Habían transcurrido poco más de cuatro meses desde su secuestro y el posterior enfrentamiento con Martin Saxton. Demasiados días con sus largas horas, minutos e interminables segundos. Permanecía tanto tiempo en guardia, que las fuerzas disminuían de manera prácticamente  inapreciable pero ahí estaban las señales. En el agarrotamiento de los músculos, en las esporádicas jaquecas y en sus discusiones con Peter, cada vez más frecuentes y agrias. Seguía tan terco como el día en que se conocieron y con la edad esa cualidad no hacía sino aumentar y de rebote conseguía desquiciarle los nervios. A la desastrosa situación se había unido la reciente obsesión de Peter por no perderle de vista desde el amanecer al anochecer y su más tensa discusión hasta el momento la había originado el esquinazo que había conseguido darle, hacía escasamente una semana.

 Se sentía…apabullado.

Gracias a los cielos había descubierto la forma perfecta de relajarse, dándose gloriosos masajes a sí mismo, con las yemas de los dedos y empleando ambas manos. En el cuero cabelludo, logrando unos efectos inmediatos y variados. Una sensación apabullante de plenitud y una cabellera completamente enredada, enmarañada e imposible de peinar. Aunque eso era lo de menos.
Lo esencial en esos momentos era relajarse y resistir sin abalanzarse sobre la espalda de Peter para que parara sus endemoniados paseos, hasta que llegaran los demás.

Deslizó los índices hacia la zona de las sienes e inició un suave movimiento en círculo, manteniendo  los ojos cerrados y aspirando profundamente. Lo logró durante un rato hasta percibir el calor de unas duras palmas sobre los laterales de su rostro. Si alzaba los párpados en ese momento sabía lo que iba a enfrentar. Un hermoso rostro masculino, de rasgos marcados e insondables ojos negros, surcado por una irregular cicatriz.

El hombre que era su mejor amigo. El hombre que de una extraña manera le había robado el corazón y el mismo con quien últimamente no parecía poder entenderse. Por mucho que lo deseara…

El calor que desprendía el inmenso cuerpo indicaba que Peter se había colocado  cerca, muy cerca. En su mente lo visionó a la perfección, arrodillado frente a él mientras esperaba con paciencia a que abriera los ojos para decir aquello que pasara por su mente. Por un pequeño instante sopesó la posibilidad de seguir con el suave masaje e ignorar las señales que emanaban del cuerpo  ubicado junto a él, pero la presión ejercida por esas cálidas palmas se incrementó, a modo de aviso.

De seguido le siguió el grave y ronco tono de voz.
-No importa lo que ocurra, Rob…
Abrió los ojos para clavarlos en los de Peter. No podía estar hablando en serio.
-Saldremos de ésta. Como siempre…
Las malditas palabras generaron tal presión en su interior…

           Hacer lo que Peter anunciaba equivalía a seguir…buscando. Habían transcurrido demasiado tiempo desde que el hombre que casi arruina sus vidas había escapado deslizándose de entre sus dedos, a través de un maldito ventanuco de barco. Sin una pista para seguir, sin  nada a lo que aferrarse salvo la ponzoña dejada atrás con su tacto y las maniobras que desde las sombras desgranaba contra ellos.

Lentamente lo había acorralado. En su propio mundo ,que consideraba intocable. No terminaba de comprender cómo había conseguido inculparle.

             Dos meses después de su rescate junto con los de Julia Brears y Elora Robbins, sus superiores lo habían llamado y había dado inicio una pesadilla que parecía alargarse en el tiempo.

Los hermanos Bray lo habían comprado

Una escueta acusación surgida de la nada que había provocado que todas las acusadoras miradas se lanzaran en su dirección, salvo la de Clive Stevens. El único con arrestos suficientes para hablar en su favor. En privado recibía palmadas de ánimo en la espalda de unos pocos compañeros. En público le daban la espalda.
Sus superiores sostenían que Clive Stevens casi había perdido la vida por sus maniobras al otro lado de la ley. Éste había repetido, gritado y discutido hasta quedar ronco, pero le ignoraban. En la última sesión de declaraciones había alcanzado a llamar patosos imberbes e ignorantes a aquellos que se tragaran la patraña que discurría entre los cerrados y estirados pasillos de Scotland Yard. No podían creer semejante mentira.
Robert Norris no era un traidor al cuerpo de policía.
Ese hombre, leal hasta la médula, había jurado, so pena de perder su cargo de superintendente, que el soplo a los Bray para dar con su hogar y atacarle no lo había orquestado Rob Norris, sino Martin Saxton con la connivencia de los Bray y aquel que no quisiera verlo era un ciego e idiota  sabelotodo, a sabiendas de ello.  A quien debían localizar era al hijo menor del Duque de Saxton, el cual pese a la creencia de que había fallecido en el asalto a la prisión de Wandsworth, seguía vivo, rondándoles y era extremadamente peligroso. Que el maldito cadáver identificado como el suyo no era tal aunque se asemejara en la forma  y en los destrozados rasgos. Stevens repetía hasta la saciedad que dejaran de perder el tiempo con fantasmas, que debían organizar la búsqueda de Martin Saxton pero…le ignoraban descaradamente. Se desgañitaba una y otra vez y…a sus espaldas se reían de él.
Optaban por ignorarle y él, como acusado…no podía hacer absolutamente nada, salvo agradecer su ayuda y esperar la decisión que llegaría en cualquier momento.
Sintió como un aleteo el deslizar de la yema de un pulgar por su fruncido entrecejo. Dios…sentía tanta rabia e impotencia en su interior que sabía que lo estaba pagando con los más allegados.

           Con su bendito padre.

           Con Peter…

            Pero no lo entendían.
 
            Peter no terminaba de comprender que si lo condenaban como policía corrupto, esa mancha se extendería sobre aquellos que lo rodeaban. Era tozudo y se negaba  en redondo a recular pero su vida, los negocios que tanto les había costado a él y a Doyle levantar de la nada podrían derrumbarse como un maldito castillo de naipes por un repentino y amargo soplo de brisa.

Puede que el proceso disciplinario no hubiera adquirido una gran trascendencia en los ecos de sociedad pero las filtraciones no faltaban y alguna pequeña reseña había aparecido en prensa. Los negocios se basaban en muchas razones pero los que merecían la pena, los duraderos, lo hacían en la honradez y el buen hacer, por lo que él no permitiría que todo aquello que Peter había ganado con esfuerzo, lo que los hermanos Brandon habían obtenido a base de sangre, sufrimiento y tenacidad lo perdieran en un jodido segundo. Por su culpa. No lo haría y…debía hacérselo saber aunque con ello se arrancara un parte de su maltrecho corazón.
Abrió los ojos.

            Dios…era hermoso.

             Oscuro y hermoso y… ya no recordaba el tiempo en que al mirarlo sólo veía a su mejor amigo. Había llegado un momento en que dolía imaginar la vida sin él pero ésta no siempre le ofrecía a uno lo que más deseaba.
Para su desgracia…rara veces lo hacía en su caso.

           Tragó saliva para prepararse. Porque Peter pelearía como en otras ocasiones en que había tratado de hacerle ver, de hacerle entender…
-No podemos seguir así, Peter…
El frío se incrementó en un segundo al apartarse esas manos de su rostro y erguirse la formidable figura, quedando en pie a su lado, mirándole desde lo alto.
-No.
Una simple palabra que encerraba un mundo de respuestas.
Desvió un segundo la mirada hacía la puerta de entrada a la cocina desde el exterior. La misma puerta en la que la palabra traidor había aparecido pintada en un llamativo color rojo dos días atrás ,destrozando una parte del orgullo que siempre había sentido al pertenecer a un cuerpo de policía que adoraba y por el que había dado gran parte de su vida y su sangre. Traidor…

            La misma puerta que no tardaría en cruzar Clive Stevens con Doyle, acompañados de su padre tras conocer el dictamen emitido por la junta disciplinaria formada para estudiar y juzgar su caso.
La premisa era sencilla. Scotland Yard no admitía traición alguna. La Traición conllevaba la expulsión del cuerpo. El resto…era simple. Y fácil de decidir para unos hombres que nada personal perdían con su decisión. 
          A él le tenían vedado el acceso a dependencias policiales, dejándole en la oscuridad. Obligándole a esperar.
Respiró hondo para calmarse y bufó suavemente. Como si eso fuera posible, tal y como estaba su ánimo. Acorralado y a un paso de doblegarse como todos esos hijos de mala madre esperaban.

           Se sentía tan impotente…  Lo único que tenía claro era antes de que traspasaran esa entrada debía dejar las cosas en su sitio con Peter aunque lo enfureciera.
-No es decisión tuya, Peter.
-Lo es. En parte lo es…
-¿No lo entiendes? No permitiré que te hundas conmigo. Ni que todo lo que has conseguido desaparezca por mi culpa.
-No será así.
-Eso no lo sabes.
-¡Lo sé!
Dios…condenado tozudo…
-Dime que no has recibido preguntas insidiosas acerca de nuestra amistad de un par de clientes y…lo dejaré estar.
-No lo he hecho.
-No es cierto. Mírame a los ojos y dime que Merron Davers no ha amenazado con irse a la competencia…
-¿Y qué? Es un joven y pretencioso idiota que no sabe que la competencia lo hundirá en la miseria y que debiera hacer más caso a su padre, que es quién realmente sabe de negocios.
-Y ¿Qué me dices de Charles Lincoln?
La manera en que el enorme y musculoso cuerpo se enderezó provocó que todos sus nervios se tensionaran. Ahí estaba…
-Nuestras relaciones comerciales con ese hombre están rotas. Y te puedo asegurar que fue decisión mía, canijo. Ese imbécil quiso recular pero…ya era tarde.
-¿Qué pasó?
-Nada.
-Peter…
-He dicho que nada.
Rob aspiro profundamente.
-De acuerdo…-apretó los puños antes de apoyarse sobre el borde de la mesa y ponerse en pie. Necesitaba moverse. Necesitaba…-…no podemos…-Las palabras parecían atragantarse en su garganta-…quisiera ser tu amigo, Peter.
El silencio se fue haciendo opresivo con el paso de los segundos hasta que la voz de Peter surgió, extremadamente ronca.
-Ya lo eres.
Maldita sea…el muy bestia se lo iba a poner más difícil de lo que ya lo era.
-Sabes lo que quiero decir…
-No, Rob. No lo sé aunque seguro que me lo explicas…
Comenzaba a enfadarse. No le daba ni un mínimo respiro.
-Está bien, Peter. Si así lo quieres…así será. Hasta que consiga limpiar mi buen nombre no quiero tratos contigo…-se mordió el labio inferior hasta casi hacerse sangre- No quiero contacto alguno con vosotros…ni contigo, ni con Doyle…

Siguió con la vista el lento deambular de Peter hasta quedar perfilado contra la apagada chimenea y apoyar las manos contra su repisa. Se estaba preparando para algo. La manera en que se posicionaba, dándole la espalda, tensándola, le recordó la rigidez de los soldados previa a la batalla. Dándole aún la espalda, Peter habló. Lentamente, incidiendo con parsimonia en cada palabra.
-¿Qué entiendes por tratos, Rob...?-Desde la distancia que los separaba apreciaba la presión que esos largos dedos ejercían sobre los fríos azulejos del hogar-… Quizá te refieres a hablar conmigo a diario o a quedar para desayunar. A acompañar los dos a tu padre a la librería o a que le eches a Doyle una mano con las cuentas ya que odia hacerlas él solo. A disfrutar de la compañía de Julia y la pequeña Rose, que te adoran. Puede que te refieras a escucharme cuando una idea me surge en la mente y trató de aplicarla a una pieza de maquinaria sin que cuadre  o quizá te refieras a cenar en la intimidad, a reír juntos o pasear cerca el uno del otro…-una suave pausa llenó el espacio- o quizá, a besarnos desesperados…
El corazón le golpeó las costillas con tanta fuerza que creyó que las quebraría. No pudo contestar. Simplemente se quedó con la mirada clavada en esa inmensa espalda que conocía como la palma de su mano, tragando saliva angustiado.

             No estaba discurriendo como esperaba. El muy testarudo no estaba actuando como imaginaba.
Con extrema lentitud Peter se volvió dando la espalda al hogar, dejando sus rasgos en la penumbra e imposibilitando que apreciara la expresión de su rostro, dejándose guiar únicamente por el tono de su voz y dios…ese indicaba que estaba más que cabreado.
-Deliras si crees que vamos a dejarte de lado. Por demasiadas razones como para enumerarlas, canijo, pero lo haré…y, ¿Sabes por qué?...- Quiso responder que no, pero no pudo. No quería saberlo…- …Porque eres familia y no sólo me refiero a ti, Rob. También a tu viejo. Él no merece sufrir más…
Tragó saliva.
¿Cómo contestar o negar  una verdad que impactaba tan sólo escuchar?
Con cada paso que acercaba al hombre que intentaba alejar con todas sus fuerzas, las palabras siguieron fluyendo. En ocasiones firmes.
Otras…temblorosas.
-…Porque si te expulsan del cuerpo de policía no permitiremos que te desprecien. Porque si ocurriera lo que más temes, no quedarás en la calle sino que comenzarás a trabajar con nosotros, en la empresa que se ha hecho un nombre lo suficientemente sólido como para que no nos importe lo que un estúpido ignorante pueda atreverse a decir por ahí. Porque la pequeña Rose te sonríe de una manera que ilumina el día y a ti te ocurre lo mismo con ese precioso y diminuto trozo de vida y porque dudo que puedas pasar sin verla más de ocho horas seguidas o viceversa…y… -Casi estaba a su lado-…y porque nos amamos, Rob…porque nos hemos querido toda nuestra condenada vida y siempre lo supimos…pero sobre todo, porque siempre lo haremos…sin importar lo mucho que luches contra ello…
Estaba empleando armas pesadas pero la última…la última…
Le estaba resquebrajando por dentro
Con ojos alucinados observó a Peter recorrer los últimos cinco pasos en su dirección. Por un instante estuvo a punto de asaltarle la necesidad de escapar lejos de su alcance y mantener su maldita decisión inalterable. Si le permitía acercarse todas sus intenciones flaquearían…
-No te…acerques, Peter.
Una suave sonrisa curvó los llenos labios tocados por esa cicatriz que atraía todas las miradas.

Cuatros pasos de distancia. Tres, convertidos en dos…

Odiaba que fuera más alto pero contra la naturaleza poco se podía hacer salvo jurar…y que tuviera unos rasgos tan impactantes pero sobre todo, en esos momentos, odiaba saber de primera mano el sabor de esos labios, la profunda manera en que besaba, en que acariciaba y…amaba de esa forma tan suya…
-No me hagas esto, Peter.
Estaba tan cerca que sentía el calor que desprendía su cuerpo.
-¿Qué? ¿Luchar por lo que quiero?
-No cambiaré de opinión. No puedo…
Notó el roce de los labios sobre la comisura de su boca y el golpeteo del pecho se incrementó descontrolado.
-Eso lo veremos…canijo.
Era tan familiar y al mismo tiempo, tan diferente, que en ocasiones daba miedo. Causaba pavor la mera posibilidad de perder lo que tan duramente habían conseguido tras aparcar el miedo, las precauciones, la burla , el rechazo y reconocer que lo que sentían podía más que su voluntad y que los rancios convencionalismos.
Ojalá fuera menos complicado. O tuvieran menos que perder….
Que aquello que podían libremente mostrar en su hogar, entre los suyos, se pudiera expresar sin disimulo fuera de los círculos más  íntimos. Que se considerara algo bueno y no una sucia perversión.
Sucio…
Le dolía tanto esa palabra…
Asociarlo a aquello que sentía por el hombre que lo miraba con una inconfundible mezcla de seguridad, picardía e… intenso amor.
Un sueño imposible y eso le aterraba. No por si mismo, sino por el hombre que había sufrido demasiado en su vida como para permitir que lo hiciera aún  más por su culpa.
Por todos los…
Esa endemoniada lengua…
Besaba como lo hacía todo. Sin medias tintas. Expresando todo lo que bullía en su interior. Jugando y abrasando.
Y amando…
Y él…no podía permitir derrumbarse.
Presionó las palmas contra el pecho que parecía moldearse al suyo y el suave impulso separó sus labios pese a la oposición inicial de Peter, que los mantenía contra los suyos, simplemente manteniendo el contacto hasta que otro empuje terminó de alejarle. Dos fuertes manos rodearon su rostro, sujetándolo.
-Te equivocas, Rob...
Apretó los sensibles labios y lo miró. A esos negros ojos bordeados de curvadas y espesas pestañas y tragó saliva…
Dolor.
Le estaba causando dolor pero no se arriesgaría de nuevo a que Saxton lo arrastrara con ellos. Cuando viniera a por él, porque lo haría… tarde o temprano lo haría,  nadie más salvo uno de ellos dos iría al condenado infierno. Aunque lo matara por dentro, mantendría a Peter a salvo. Lejos. Necesitaba que estuviera a salvo para no perder la razón. Aquellos dos años buscándole, luchando contra la desesperación y el miedo le marcaron a fuego, tanto como marcaron la mente, el corazón y el cuerpo de Peter. Alejarlo del hombre que ya lo había torturado, porque lo contrario no era una opción para él. Jamás permitiría que lo cercara de nuevo. No más…
Proteger también era amar. Aunque Peter no lo viera as
Separó esas manos de su rostro con sus dedos, alejándolas.
-Ya está hecho, amigo mío...
Avanzó un par de pasos con las piernas flojas y la impresión de esos labios aún marcados a fuego sobre su boca, hasta dejarse caer una vez más en la silla que había dejado hacía unos minutos. Escuchaba con claridad la respiración acelerada de Peter y su impresionante cerebro elucubrar. Sentía sus ojos fijos en él. Confusos. No se daría por vencido. Nunca lo hacía pero esta vez…
Una suave sonrisa curvó su boca. Habían tardado un mundo en reconocer sus sentimientos y aún los percibía tiernos. Apenas desarrollados.

            La vorágine en la que se habían visto mezclados les había permitido poco más que intercambiar unos besos robados al tiempo del que disponían. Nada más, pero habían sido hermosos. Sencillamente hermosos…A partir de ese instante formarían parte de sus más preciados recuerdos porque no podía permitir que ahondaran más de lo que lo había logrado. Permitirlo supondría una mayor agonía.

            Si colocaba un muro frente a esos jodidos sentimientos, Peter  podría seguir adelante si él faltaba.
Nunca debió abrirse a la posibilidad de amarle. Ahora ya era tarde, salvo para protegerle. Se sentía incapaz incluso de mirarlo pese a sentir la abrasadora y dolida mirada sobre su rostro.
Una fría corriente se adentró en la habitación al abrirse la puerta, evitándole un nuevo enfrentamiento pero atrayendo la posibilidad de lo que más temía. Su ruina.
Todos los músculos, tendones y nervios de su cuerpo se agarrotaron y con engañosa suavidad apretó las frías y húmedas palmas de sus manos contra la  superficie de madera.
Las pecas que cubrían el agradable y aniñado rostro de Clive destacaban sobre la palidez casi cadavérica de su rostro. La rabia oscurecía los hermosos ojos grises por lo que se preparó para lo que ya imaginaba. Lo iban a hundir en la miseria…

            Tras Clive surgió la fornida figura de Doyle, quien de inmediato se ubicó junto a su hermano. Por un breve segundo su mente divagó a modo de protección al clavarse su mirada en Peter y Doyle. Dudaba que algún día llegara a conocer a unos hermanos tan diferentes y que se complementaran totalmente el uno al otro.
 Y que se amaran tanto…
Finalmente su padre.
Dios…
Ese viejecillo de fino cabello plateado, encogido por los disgustos y el paso inexorable del tiempo no parecía el padre que lo había criado. Estos meses había tocado el inquebrantable espíritu de ese hombre que le había dado todo. Amor, estabilidad, risas…

             Por un breve segundo le costó respirar.
No permitiría más dolor hacia un anciano que no lo merecía.
El sonido del arrastrar de una silla atrajo su atención. Clive había tomado asiento frente a él, tras despojarse del oscuro abrigo y la expresión de su rostro no auguraba buenas noticias.
-Suéltalo, amigo.
Esos grises e inquisitivos iris se posaron en los suyos antes de contestar. Otro buen hombre atrapado en la jodida telaraña tejida por Saxton de la que, una vez inmerso…resultaba imposible escapar sin daño.
-No es bueno, Rob pero tampoco lo peor que podría haber ocurrido.
Algo de tensión se aflojó y con ella una pizca  de tranquilidad pareció inundar la concurrida habitación.
Clive siguió de inmediato.
-De los cinco miembros de la junta tres han votado a favor de tu permanencia en el cuerpo y dos optaron por la expulsión con retirada de honores y carente de pensión alguna.
Maldita sea...
Tras un mes sin respirar, el aire entró de golpe en sus pulmones casi ahogándole. Pero algo en la expresión del pecoso rostro le hizo recobrar algo de la perdida rigidez.
-¿pero…?
-Exigen un periodo de prueba.
El… serán cabrones… lanzado por Peter lo sintió como si lo hubiera gritado él.
El significado era un arma de doble filo y todos los presentes lo intuían.Carecían de pruebas para echarle aunque lo hubieran deseado y el periodo probatorio lo atestiguaba. Sus compañeros en el cuerpo le harían el vacío, si no optaban  algo peor…

            En la comisaría una rata era el peor enemigo y que sobre un policía sobrevolara aunque fuera incierta la mera sospecha de ser un traidor, equivalía a una vida imposible de aguantar entre esas cuatro paredes. Frases dañinas, insultos, zancadillas e incluso palizas tras ser acorralado por los compañeros y ausencia de apoyo en la calle eran situaciones habituales en esos casos e inevitablemente terminaban con el policía en cuestión malherido, muerto o abandonando el cuerpo de policía por su propio pie.
Una condena encubierta.
Una malsana costumbre demasiado arraigada como para luchar contra ella.Necesitaba un buen trago de algo que lo quemara por dentro para acallar los gritos de rabia.
-He solicitado el traslado definitivo a tu comisaría. Con efecto inmediato.
El juramento que se le escapó al escuchar la frase de Clive rebotó en las paredes.
-¡Has perdido la cabeza!
Las fuertes manos de Clive trataron de peinar el indomable y llamativo cabello rojizo, en un gesto tan propio de él, en situaciones tensas, que casi le arrancó una sonrisa involuntaria.
Incansable protector de las causas perdidas.

No tenía remedio.
-Venga, Rob. Tú harías lo mismo…
-Eso nada tiene que ver con esto.
-Lo tiene. Los amigos lo están para lo bueno y lo malo y joder, amigo, ahora estás de mierda hasta el cuello…
El ronco bufido atragantado de Peter y la bronca carcajada de Doyle sonaron nítidas al igual que el lamento de su padre, sentado a su vera.
-Gracias, hombre.
La mueca en el rostro de Clive lo hizo parecerse a un muchacho no mayor de veinte años.
-No te voy a engañar, Rob. Nadie querrá ser tu compañero y en la calle necesitas alguien que te guarde las espaldas. Yo lo haré…
-No lo permitirán. Eres superintendente y no te emparejarán con un simple inspector.
-Me degradarán. Ya lo solicité.
No podía haber escuchado bien. Lo que acababa de escuchar era sencillamente impensable.
-Repite eso.
-Era eso o que quedaras desprotegido, amigo…-la inteligente mirada no se apartaba de la suya- Nadie aguantaría más de un mes sin apoyo. Maldita sea, Rob…es una encerrona y lo sabes. Y lo que te planteo es la única opción para salir de esta, enteros. Y vivos…

No pudo sostener esa gris mirada por más tiempo.
-Lo arriesgas todo, Clive.
Éste se encogió de hombros y su aniñado rostro  de rasgos clásicos y firmes sonrió repentinamente  y se transformó. Completamente…
-No tengo familia cercana. Sólo amigos por los que merece la pena arriesgarlo todo…-un suave carraspeo asentó la emoción que llenaba esa clara voz-…aunque últimamente rondo a una hermosa damisela que me ignora totalmente, para variar…y para mí honda desdicha. Así que, amigo Norris, está todo dicho…
El peso  del mundo pareció caer sobre sus hombros. En ese mismo momento rodeado de familia y amigos le entraron tales ganas de llorar que el esfuerzo para retener las lágrimas le supuso un soberano triunfo. El no lloraba, ni en los peores momentos ni en situaciones extremas. Nunca.
Jamás se rendía pero el grupo de hombres que lo rodeaban eran su maldita debilidad. Lo daban todo por él y su respuesta a ello eran más y más problemas…

La palabra se le formó en el fondo de la garganta y surgió, estrangulada de la emoción.
-Gracias.
La sorpresa en los grises iris lo impactó.
-No se dan las gracias a un buen amigo, idiota. Claro que no has escuchado la segunda parte…
¿Había más…?
-Ross Torchwell también ha solicitado el traslado de Bow Street. Ha interesado el cargo vacante de superintendente y como se lo den estamos jodidos, amigo…-el gesto de impotencia era casi cómico en un hombre adulto- Manda más que nuestra reina. Mucho, mucho más… Es gruñón y exigente y ya puedes ir acostumbrándote a sus órdenes que por regla general, tienen sentido, todo hay que reconocerlo, pero…-El suspiro que emanó de Clive fue casi risible-…diablos, se cree mi niñera desde que me atacaron por orden de los Bray. Y está cabreado. Conmigo y con el mundo entero. Quizá algo de esa obsesión se diluya si eres mi compañero, aunque lo dudo con esa terca mula…
-¿Cabreado?
-No pasa nada. Es su estado natural…
La siguiente pregunta emanó de Peter.
-¿Porqué cabreado?
-Según sus airadas palabras, le ignoré de nuevo al presentar la solicitud de traslado.
-Pero si él ha hecho igual…
-Ya, pero a él no le han degradado. Creí que me atizaba al enterarse. Yo qué sé…lleva unos  meses la mar de raro. No habla. Sólo ruge. Sobre todo a mí…
Rob sonrió al evocar la enorme y altísima figura. Le gustaba Ross Torchwell aunque por alguna extraña razón  éste pareciera tenerle algo de inquina. Le recordaba a Peter. Un hombre de armas tomar y extremadamente inteligente. Convertido en cuanto tomara posesión de su nuevo cargo en su jefe.
-Nuestro superior…
-Eso mismo.
-Por mi está bien.
-No, no. No lo entiendes, manda…más…que…la…reina. Y eso es mucho decir...
-Vale.
-¿Vale? ¿Cómo que vale? En calidad de compañero de fatigas tu deber será, entre otros, protegerme.
-De los delincuentes.
-¡Y de Ross!
Poco a poco el resto se habían ido sentando alrededor de la mesa.
Clive emanaba algo indefinible que atraía a las personas. Quizá fuera su vitalidad, su humor, que pocas veces se enfadaba o sencillamente que entre lo bueno o lo malo siempre se decantaba por lo primero.

Un alma optimista.
Un gran amigo.
Algo de calor fue llenando la frialdad que no había conseguido alejar de su vida los últimos tiempos. Lo que podía haber sido y lo que era…
Sobre la mesa de madera, rodeado de conversaciones mezcladas con  risas ahogadas y bromas a costa de Clive, su mirada se cruzó con la de Peter y esta estaba invadida por una llana advertencia.
Su conversación estaba muy lejos de haber finalizado. Las cosas eran diferentes a como las imaginaron, no peores pero tampoco habían salido de la maldita oscuridad.

           No lo harían mientras Martin Saxton siguiera ahí fuera, escondido y al acecho. A la espera de un momento de distracción o debilidad para atacar.
Hasta que uno de los dos estuviera muerto y el otro libre, no se permitiría respirar.
No se permitiría amar a Peter…

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9 comentarios:

Anónimo dijo...

Diossss!! esto se avisa... casi me da un telele cuando lo he visto... los ojos me hacían chiribitas!!! oh, qué alegría más grande... saber de nuevo de toda esta panda y de los bomboncicos... ya me lo he zampado cual loca posesa... no tengo remedio!!! Ainsss... cómo echaba de menos esto... leerte, comentarte.. no lo sabes tú bien, Bego. Te digo, ya me tienes con el corazón en un puño... lo de estos no sé cómo diantres lo vas a solucionar... uff.. es la más complicada de las historias, todo un reto... pero ya te vamos conociendo.. jejej... lo fácil no va contigo... y por ello se te admira aún más.
Bueeeeeno, ya sabes, me ENCANTAAAA!! ay, mi Peter... si es que es lo más este hombre... la baba se me cae con él... y el depravado de Saxton aún dando guerra.. este tiene más vidas que un gato el jodio!!
En fin, tú sabes, no sigo porque me enrollo que da gusto.Pero que no me voy sin decirte que estoy más feliz que un perro con dos colas por volver a leerte... Ay, cómo me has alegrado el día... y eso que llueve (otra vez)
Como siempre, tooodo un placer leerte, guapa!!! Me encanta verte animada de nuevo... y presentando batalla... que el mundo es de los valientes!!.
Un abrazo apretujao.. y buen finde!!

Silvia.

Anónimo dijo...

Begooooo, me has hecho una mujer feliz!!!
Otra vez con ánimo y llena de humor, comoeres tu. Claro que si, a pelear. Yo desdeluego, pienso comprarte TODAS tus novelas.

Ya tenemos al club dl crimen de vuelta!!!! No me lo creo. Yo fui de las que ya había leido los primeros capitulos de los bombones pero es que están para zamparlos. Me enamora tu forma de escribir...
Como un regalo maravilloso adelantado de navidad!!!!

Eres única, guapa y que no te diga nadie lo contrario que aqui estamos tus seguidoras para lo que sea.

Ya casi no me acordaba y ha sido un lujazo volver a leer el principio de la hist de amor d los bomboncillos.Esos dos son...ayyy, no tengo palabras. Las dos primeras novelas me dejaron sin palabras pero es que los bomboncillos son mi punto debil.

Un beso, guapisima y si me permites una preguntilla.¿Cada cuanto vas a subir los capitulos? es que ya estoy toda ilusionada, jajajajaj?

Besos y abrazos.
Jonag

bego dijo...

jejjeje, mira que soy mala malísima,sin avisar y antes de navidad!!!!

Uf y vaya si son complicados los muy puñet...
Entre la época que no acompaña a los sentimientos que comparten los bomboncillos ,al menos en lo aparente , que tenemos al animal de Saxton agazapado por ahí y si añadimos esta mente mía algo calenturienta...vete tú a saber lo que puede surgir, jejejej...

Ua.., lo mejor de escribir es lo de crear sin trabas. Inventar, crar personajes, darles poco a poco un pasado, profundidad...que se peleen, que se gruñan, que se amen...

Tantas y tantas posibilidades...que me encanta.

Muuuchas , muchísimas gracias a las dos por dejar comentarios. Se agradecen hasta un punto que es dificil explicar...

Ah, y sobre cuándo voy a subir los capis, tenía pensado hacerlo los Viernes, con el finde por delante.

Y otra cosilla, que casi se me olvida!!! He repasado, ampliado y mejorado la versión previa de los capits. Hay trozos nuevos, diálogos ampliados...por si a alguién le interesa releerlos.

Muchos abrazos apretujaos.

Sara dijo...

¡¡¡ los bomboncitos !!!! bieeeennnn

Dices que:
"He repasado, ampliado y mejorado la versión previa de los capits. Hay trozos nuevos, diálogos ampliados....por si a alguién le interesa releerlos."
igual iba a volverlos a leer jejejeje pero ahora con mas ganas.

Besitos guapa.

pakea dijo...

Ya lo había leido, pero no lo he podido evitar... empezaré de nuevo.
Sniff, sufriremos juntos ;)
Y si encima has hecho mejoras, no tiene precio.
Besitos

Anónimo dijo...

me encanta begooo! me gustaron cuando los subiste en su momento y vamos..me vas a tener enganchadisima con los demás...
aunque pensándolo bien..me has tenido enganchada y esperando ansiosa que subieras capítulos en todos tus libros!! me encantan!

Besitos Olga

bego dijo...

jejejejeje, ya estoy en mi estado natural....maquinando!!!!! estos bomboncillos nuestrossss...
Besos a toooodas

Anónimo dijo...

bieeeeeeeeen! veo que ya estas de vuelta!! No sabes la alegria que me das. Gracias gracias gracias.
bella

Anónimo dijo...

muy buen capi!! .me ha servido de "sacudidor de recuerdos" es decier.... situarme .besos, lilo lopez